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miércoles, 25 de marzo de 2020

Siempre dije la verdad

Hace cuatro años y medio estaba enredado en una vertiginosa, sórdida y angustiante historia de amor, había conocido a una mujer con quien siempre soñé, y quien fue poco a poco haciendo mella y escabulléndose dentro de mí muy fácilmente; ¿pero a quién trato de engañar? yo abrí las puertas para ella de par en par, quería que se paseara como perro por su casa.

Cuando todo terminó, borré sus fotos, chats y cuaquier información que tuviese de ella... o al menos eso debí, conservé algunas fotos, y temí borrar algunas conversaciones. Al día de hoy, siempre que miro esas imágenes malditas, recuerdo el nivel tan alto de sinceridad que tuve con ella; muchas de las cosas que dije nunca me las creyó.

Alguna vez le dije que era la mujer más hermosa que había visto, y hoy sigo pensando lo mismo, la imagen de su rostro es una herida que se niega a cicatrizar, un rostro precioso, impoluto y sonriente que me sigue cautivando en el presente, y que lamentablemente nadie le ha quitado su lugar.

Alguna vez le dije que tenía los labios más hermosos que habia visto jamás; recuerdo que una vez le dije que incluso cuando estuviese viejo seguiría recordando sus labios, pues dudaba que conociera unos mejores, y lamentablemente tuve razón, no he vuelto a ver labios tan bonitos ni cautivadores... creo que incluso llego a extrañar los besos en la comisura.

Esas fotos tienen congelada esa mirada preciosa, unos ojos de gata, oscuros, y con un arco en el que me gusta perderme aunque odie hacerlo.

Recuerdo también el ondear de su cabello, la suavidad de cada hebra, eso tonos oscuros y vírgenes, que recaían sobre sus hombros hasta su pecho, haciendo ver su blanca piel quizá como una manifestación misma de su propia belleza.

Tenía un voz gruesa, pero tierna, apaciguante y definitvamente calmante.

Alguna vez me dijo que temía que ella fuera lo mejor que me había pasado, ya que yo no era lo mismo para ella; en su momento le dije que eso no importaba, la amaba tanto que no necesitaba reciprocidad, entre tanta ansiedad y angustia, yo era profundamente feliz; entre tanto llanto y lejanía, yo era profundamente feliz.

Hoy lamento mucho haber sido tan franco con ella, y que cada palabra, cada imagen, cada hecho, cada dibujo y cada canción se me haya quedado grabado en la memoria; por que sí, sí fue lo mejor que me ha pasado en la vida, pero también lo peor.

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